Los móviles acababan de llegar a nuestras vidas y sí, eras un afortunado si poseías uno de los que tenían las carcasas intercambiables, por no hablar de lo maravilloso que era que la batería durara una semana llena 👏👏👏.
Bueno igual tú eras de los que se pasaban las horas muertas jugando a la serpiente y la batería no te duraba tanto como al resto.
Por aquel entonces no nos podíamos imaginar que el Whatsapp iba a marcar nuestro ritmo de vida y hablar con tus colegas por el Messenger era lo más de lo más.
Una experiencia que podía ser mucho más flipante si tu padre había accedido a comprarte una de las deseadas webcam.
Éramos todavía unos bebés en el mundo de las redes sociales, pero seguro que tú también eras de los que se pasaba las horas muertas delante del ordenador chateando y cuando te quedabas sin conexión intentabas echar una partida al buscaminas sin tener ni idea de cómo se jugaba.
Por no hablar de lo que sentiste cuando te abriste tu primer correo electrónico… ¡Ya tengo una cuenta de Hotmail! Algo que resultaba toda una aventura porque los astros se alienaban en tu contra y alguien ya había abierto una cuenta con tu nombre. Sí, yo también tuve que añadir mi año de nacimiento detrás de mi nombre.
Los cds ya habían llegado a nuestras vidas y tras pasarnos horas descargando música de internet, llegaba el momento de crear nuestros propios recopilatorios de música. Daba igual si eran para ti o para regalárselo a tu mejor amigo, había que sacar los rotuladores indelebles y dejarlo bonico, bonico 😍.
Los guardábamos en fundas imposibles y los más afortunados habían dicho adiós al walkman para pasear acompañados de su nuevo e impoluto Discman. El primer modelo de Ipod ya había salido a la venta, pero por aquel entonces era un sueño que muy pocos podían cumplir.
Las películas se seguían viendo en VHS e ir a Blockbuster los sábados por la tarde era un planazo. Lo que ya no molaba tanto era tener que ir a devolver las cintas y darte cuenta de que te habías pasado dos días y te tocaba volver a acoquinar.
En la radio no paraba de sonar ‘Barbie Girl’ y te sabías de memoria el ‘Bye Bye Bye’ NSYNC.
No sabías muy bien por qué pero te encantaba coleccionar revistas y eras capaz de convertir tus carpetas en auténticas obras de arte. Éramos fans de verdad, daba igual que fueran actores, músicos o deportistas...
Los tazos se apoderaron del país y cuidar a tu Tamagotchi llegó a convertirse en una prioridad.
Por no hablar de la ilusión que te hacía lucir en tu cuello un collar de conchitas o una de esas gomas que podían resultar asfixiantes, pero que quedaban tan monas…
… Y que le quedaban tan bien a los protas de ‘Los Serrano’, la serie que por ese momento tampoco te perdías.